

FUE UNA OBRA DEL EX GOBERNADOR TATO ROMERO FERIS: El Hospital Pediátrico Juan Pablo II fue inaugurado en 1997.
El Hospital Pediátrico "Juan Pablo II" de la ciudad de Corrientes acaba de cumplir 28 años, un aniversario que invita a repasar una historia marcada por desafíos, innovación, esfuerzos colectivos y una profunda vocación de servicio. Inaugurado en diciembre de 1997, el hospital nació en un contexto sanitario que exigía una institución moderna, equipada y preparada para atender con calidad y dignidad a niños de toda la región.
Su construcción y puesta en marcha fueron impulsadas y concretadas durante la gobernación de Raúl "Tato" Romero Feris, fundador del hospital, cuya gestión hizo posible la obra que transformaría para siempre el mapa sanitario pediátrico de la provincia. La apertura se desarrolló en dos etapas: primero los consultorios externos y, meses más tarde, el traslado completo desde el antiguo Hospital de Niños. Ese proceso marcó un antes y un después en la pediatría correntina.
Quienes participaron desde los comienzos recuerdan aquellos días como una mezcla de ilusión, compromiso y un enorme desafío. El pediatra y terapista Roberto Manuel Jabornisky evoca su regreso desde Buenos Aires a mediados de los años ‘90, motivado por razones familiares y por la convicción de que en Corrientes se estaba gestando un proyecto único.
La construcción avanzaba en un predio que muchos vecinos recordaban como un baldío, y el personal seguía cada avance con la sensación de estar presenciando el nacimiento de algo que trascendería generaciones. En ese camino, dos nombres quedaron grabados como pilares de la identidad del pediátrico. Uno es el de la doctora María Eloísa Teruggi, una profesional que supo imprimir una impronta de calidad, orden y exigencia pocas veces vista en instituciones públicas. Teruggi entendía que la salud estatal debía ofrecer estándares comparables a los mejores centros privados. Se ocupaba de cada detalle, desde la organización de quirófanos hasta la conducta del personal. Su firmeza y compromiso forjaron una cultura institucional que aún hoy distingue al Juan Pablo II.
El otro pilar fue el ingeniero Carlos María Barbagelata, responsable de la modernización tecnológica del hospital. Bajo su dirección, el centro incorporó equipamiento de última generación -respiradores computarizados, monitores multiparamétricos y tecnología inédita en la provincia- que lo posicionó entre los mejor preparados del país en su época. Barbagelata también instaló un concepto entonces innovador: el mantenimiento preventivo como política permanente, garantizando que los equipos funcionaran correctamente por años y marcando un modelo de gestión técnica replicado luego en otras instituciones correntinas. La modernización no se limitó a la tecnología. Incluso cuando la informatización era incipiente, el Juan Pablo II comenzó a preparar la transición hacia la historia clínica digital, algo que hoy forma parte natural del funcionamiento, pero que en aquel momento requería capacitación y visión a futuro.
se impulso, gestado desde los primeros años, permitió que el hospital se adelantase a su tiempo. En la consolidación administrativa también fue clave el rol de Ovidio Irala, primer director ejecutivo y especialista en Economía y Gestión en Salud. Su aporte profesionalizó áreas fundamentales, reforzando la estructura del hospital y sentando bases para un manejo eficiente y sostenible. Con el paso de los años, distintas gestiones continuaron fortaleciendo el proyecto fundacional. Profesionales como el doctor Trifkovic, el doctor Braverman, Susana Blugerman y la actual directora ejecutiva, la contadora Silvana Aguirre, atravesaron momentos de abundancia y de escasez, pero siempre sostuvieron el nivel que convirtió al Juan Pablo II en un referente regional. Cada administración enfrentó desafíos propios, pero todas contribuyeron a mantener y hacer crecer una institución que ya era patrimonio de la comunidad. Más allá de su rol asistencial, el hospital se convirtió en un espacio formador de profesionales. Jóvenes enfermeras que comenzaron sin experiencia, hoy son jefas de servicio; administrativos capacitados en los sistemas internos se transformaron en referentes provinciales; médicos que de niños fueron atendidos allí hoy regresan como especialistas.
Muchos de los profesionales formados en el Juan Pablo II expandieron su carrera hacia otros centros del país e incluso del extranjero, como la reconocida neuróloga Valeria Muro, radicada en Canadá. También surgieron iniciativas espontáneas que revelan la identidad humana del hospital. Un ejemplo es el grupo La Caravana, integrado por trabajadores que, por iniciativa propia, se disfrazan de payasos y recorren las salas durante fechas especiales llevando juegos, alegría y escasez, pero siempre sostuvieron el nivel que convirtió al Juan Pablo II en un referente regional.
Cada administración enfrentó desafíos propios, pero todas contribuyeron a mantener y hacer crecer una institución que ya era patrimonio de la comunidad. Más allá de su rol asistencial, el hospital se convirtió en un espacio formador de profesionales. Jóvenes enfermeras que comenzaron sin experiencia, hoy son jefas de servicio; administrativos capacitados en los sistemas internos se transformaron en referentes provinciales; médicos que de niños fueron atendidos allí hoy regresan como especialistas. Muchos de los profesionales formados en el Juan Pablo II expandieron su carrera hacia otros centros del país e incluso del extranjero, como la reconocida neuróloga Valeria Muro, radicada en Canadá. También surgieron iniciativas espontáneas que revelan la identidad humana del hospital. Un ejemplo es el grupo La Caravana, integrado por trabajadores que, por iniciativa propia, se disfrazan de payasos y recorren las salas durante fechas especiales llevando juegos, alegría y contención a los niños internados. Es un gesto que habla de pertenencia, de vocación y de la convicción de que la salud también se construye con afecto. La creación del hospital, impulsada por Tato Romero Feris, se consolidó con el tiempo como una obra que trascendió lo político. Aunque en distintos momentos la institución atravesó tensiones y debates propios de cada época, hoy el consenso es claro: el Pediátrico Juan Pablo II es un bien común, una conquista social que debe permanecer lejos de las grietas. Su continuidad y crecimiento son el resultado de una comunidad que lo hizo suyo, que lo cuidó y que lo reconoce como una pieza esencial del sistema de salud.
El futuro del hospital sigue apoyado en aquello que lo vio nacer: una visión clara, un compromiso colectivo y una comunidad que lo reconoce como uno de sus logros más valiosos. Celebrar sus 28 años es celebrar también a quienes lo soñaron, lo fundaron, lo fortalecieron y lo mantienen vivo, honrando una obra que, desde su origen, pertenece a todos. A veintiocho años de su fundación, continúa siendo un faro sanitario para Corrientes y la región. Mantiene intacta la esencia con la que nació: la idea de que la infancia merece lo mejor.


